sábado, 13 de febrero de 2010

Mi cama está fría (parte 11)

Me levanto de nuevo, y cuando ya creo que me sostengo en pie vuelvo a caer, levantarme me va a costar más que antes ya que van quedando moratones y heridas abiertas.
Me duele tanto, pero aun que me duelan y sufra un constante tormento, una agonía terrible, en realidad debo luchar como he hecho siempre. Ocultar, esconderse de los problemas e intentar que todo parezca que va bien, es el error que todo hombre comete constantemente y en realidad el resultado de eso es realmente penoso. No merece la pena. Es innecesario.
Vuelvo a sentarme en la vieja silla de mimbre, ya no hay luz, pero vuelven ha haber cosas que creía haber perdido en mí. Vuelvo a ser yo, con mis ironías, las que había prometido no mencionar nunca más, otra vez ha vuelto mi risa loca sin control, aquella que me poseía durante días y noches. Por fin ha vuelto mi sentido del humor, mi sentido del no-ridículo y mi sentido de la no preocupación; y las galletas con leche me saben a pan con queso, pero al menos me saben a algo…
Me siento capaz de todo sin necesidad de esa luz artificial, soy capaz de brillar por mi misma, y lo hago.
Me he dado cuenta de que todos me ven y me sienten viva, por que soy capaz de transmitirles cosas, sean buenas o malas.
(...)


Andrea Castro Ortiz (13.02.10)

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